Continuamos con el tema del post anterior. En él, comentábamos las técnicas del escepticismo para rebatir el problema del ozono. Hoy vamos a analizar un artículo eco-escéptico sobre el ozono: ¿En qué quedó el Agujero de la Capa de Ozono? escrito por Daniel Rodríguez Herrera y publicado en el Think Tank neoconservador del Instituto Juan de Mariana. En la página del Instituto Juan de Mariana hay material para muchos otros artículos... pero tiempo al tiempo.
Permitanme que no lo reproduzca, ya que se encuentra sometido a Copyright. No obstante, les recomiendo su lectura. No voy a ser tan injusto como para mostrar únicamente mi crítica sin reservarle el debido reconocimiento al artículo en sí.
El autor defiende que el tratado de Montreal era ciertamente innecesario, más una maniobra política que otra cosa. Los argumentos en que se basa, son:
a) No existe consenso científico y se ha dado por cierto un modelo muy dudoso.
b) El agujero no es para tanto
c)El agujero no ha crecido desde el tratado de Montreal, y consecuentemente es de origen natural.
Otros aspectos interesantes del artículo, es que comenta que al haber desaparecido de la conciencia ambiental los CFCs, ahora se ataca al CO2, y reconoce que las consecuencias económicas del tratado de Montreal no han sido especialmente perjudiciales. Con independencia al contenido, este (así como otros artículos que he leido del Instituto), tienen buena calidad narrativa. Peeeeeero... con todos mis respetos, siempre es interesante sacar punta.
Sobre el primer punto: No existe consenso científico. Todo lo contrario, sí que lo hay. Dejar claro que el consenso científico no es un consenso de tipo democrático, y ni mucho menos hace falta unaminidad (de ser así, aún estaríamos por aprobar la Teoría de la Evolución. En el mundo científico existen jerarquías, y un autor que haya publicado más y mejor (es decir, artículos revisados y muy referenciados) tendrá más peso e importancia que la opinión de alguien que no haya trabajado mucho en el tema. Así ocurre con el famoso primo de Rajoy (no voy a atacar ese comentario, que me pareció desafortunado más que nada porque creo que ha sido malinterpretado), o con los escépticos del ozono. Ya hablamos de el Dr. Singer en el post anterior. Su opinión no debe ser muy tenida en cuenta, ya que apenas ha publicado sobre el asunto, en artículos sin revisión y con escaso impacto. La misma búsqueda en Science Direct (uno de los buscadores de artículos científicos mejores que conozco) dan bastantes resultados sobre destrucción de la capa de ozono y CFCs.
El modelo de Rowland y Molina, es sólo eso, un modelo, pero que explica satisfactoriamente la responsabilidad de los CFCs en destrucción de Ozono. Si esa reacción se da en la alta atmósfera (y me da a mi que está perfectamente demostrado que lo está), los CFCs son potenciales destructores y si son potenciales destructores, necesitan una regulación. Afortunadamente, contamos con sustitutivos, que si bien no son tan buenos como los CFCs, al menos sí lo son lo suficiente como para que la sustitución merezca la pena.
La radiación UV-B sí es un riesgo importante. Se trata de una radiación "ionizante", esto quiere decir que es capaz de ionizar, vamos, arrancar electrones de la sustancia sobre la que incide. Sobre el ADN los daños pueden ser bastante serios, siendo los UV-B un agente mutagénico. Si es mutagénico, puede ser carcinogénico. Si descubrimos que determinada sustancia es carcinogénica, como los asbestos, pues deben ser retirados para minimizar la exposición. No se trata de un veneno normal y corriente, que con tal de no sobrepasar una determinada dosis te libras de sus efectos; el ADN tiene memoria, y los daños se van acumulando hasta que acaba torciéndose algo. Por ello, la política ante mutagénicos y carcinogénicos es de prohibición, o al menos minimizar al máximo la exposición ante estos agentes.
El número de melanomas y otros cánceres de piel han aumentado considerablemente en las últimas décadas. Es cierto que no se le debe echar toda la culpa al incremento en la radiación UV-B, también ha participado los cambios en los hábitos de la población, ahora vamos más a la playa (pequeño inciso para recordaros de la necesidad de usar una protección solar adecuada). Así que resulta complicado distinguir entre el efecto de los UV-B y el efecto del cambio de comportamiento. Pero esto tampoco es excusa, porque si tenemos un potencial mutagénico, conviene evitarlo, y más si queremos aumentar nuestra exposición a él.
Pero los efectos de los UV-B no acaban en el cáncer. Esa capacidad ionizante provoca daños en estructuras, materiales, cosechas... esos daños implican pérdidas económicas, y también tenemos que proteger nuestra economía y quizás la prohibición del CFC haya permitido obtener un mayor beneficio, aunque sea a largo plazo.
En el segundo punto: "el agujero no es para tanto". La verdad, que aquí veo un par de fallos bastante gordos. Primero asegura que el agujero, es en verdad un adelgazamiento de la capa, no una desaparición del gas. Bueno, sería más bien al revés: no consiste en un adelgazamiento, porque esa capa no existe, sino de la destrucción del gas. La situación no se restituye como estaba antes de la aparición del agujero: una vez que se rompe el vórtice polar, el aire con menos ozono se mezcla con el de más ozono, y la concentración global disminuye. Puede que no sea espectacular el descenso año tras año, pero por cada 1% de ozono que se pierde, aumenta un 1% la radiación UV-B en la baja atmósfera, y recordemos el punto anterior. Si estamos vertiendo indefinidamente CFCs a la atmósfera, la concentración aumentará, por lo que cada año se perderá más ozono y los efectos pueden ser más perjudiciales.
Tercer aspecto: "sobre la evolución de la capa de ozono". El que la capa de ozono haya estado aumentando su tamaño hasta bastante después de la aprobación del tratado de Montreal, no significa que los CFCs no tengan nada que ver. Recordemos que tardan como promedio más de 10 años en llegar a la estratosfera. El tratado de Montreal se firmó en el 87, y el agujero en la capa ha ido creciendo hasta finales de los noventa. Primero porque la prohibición no ha sido inmediata, y está prevista la completa desaparición de los CFCs en la industria para 2010. Y segundo, el CFC emitido antes del tratado no había tenido tiempo de llegar a la estratosfera.
La vida media de los CFCs está entre los 75 y los 100 años (algunos más). Suponiendo una emisión constante, la concentración en la estratosfera aumentará hasta alcanzar un equilibrio a los 75-100 años, ya que entonces, se producirá tanto CFC como el que se destruye. Pero la emisión no ha sido constante, sino creciente, eso quiere decir que de no haberse estabilizado la emisión de CFC, esta crecerá durante un tiempo indefinido. El autor asegura que a partir de aproximadamente el año 2000 la extensión del agujero de la capa de ozono se ha mantenido constante. De ser así: excelente, hemos demostrado que existe relación entre el CFC y la destrucción de la capa de ozono, y sólo habrá que esperar hasta 2050 (fecha dada por algunos modelos) para que los efectos empiecen a decrecer. Pero no ha sido así, en 2006 hubo un máximo de extensión, llegándose a los 39 millones de kilómetros cuadrados. Esto demuestra que hay más cosas a tener en cuenta, y no sólo la concentración de CFCs. Lo que demuestra esto es que necesitamos más investigación, pero no deroga al tratado de Montreal.
Por cierto, cuando no suele ser especialmente útil mostrar una serie de datos, extraer conclusiones y no mostrar las técnicas estadísticas empleadas. Concretamente, los datos corresponden a la extensión del agujero.
Y bueno, otra vez aparecen las mismas teorías de lobbys ecologistas y demás. No voy a negar que los grupos ecologistas supongan un grupo de presión importante, y que en muchas ocasiones emplean técnicas poco éticas. No me importa desmarcarme de ellos cuando su opinión no me parece acertada. Pero creo que se le está dando demasiada importancia a su influencia, y todo esto en contra de los esfuerzos de científicos serios que pretenden conocer la verdad, sea cual sea, beneficie a quien beneficie.
Añado que todo el mundo está invitado a criticar mi crítica, el autor especialmente. Más que nada porque espero que no se haya ofendido, este post lo he realizado sin la menor acritud, pero la Ciencia se construye discutiendo.
Permitanme que no lo reproduzca, ya que se encuentra sometido a Copyright. No obstante, les recomiendo su lectura. No voy a ser tan injusto como para mostrar únicamente mi crítica sin reservarle el debido reconocimiento al artículo en sí.
El autor defiende que el tratado de Montreal era ciertamente innecesario, más una maniobra política que otra cosa. Los argumentos en que se basa, son:
a) No existe consenso científico y se ha dado por cierto un modelo muy dudoso.
b) El agujero no es para tanto
c)El agujero no ha crecido desde el tratado de Montreal, y consecuentemente es de origen natural.
Otros aspectos interesantes del artículo, es que comenta que al haber desaparecido de la conciencia ambiental los CFCs, ahora se ataca al CO2, y reconoce que las consecuencias económicas del tratado de Montreal no han sido especialmente perjudiciales. Con independencia al contenido, este (así como otros artículos que he leido del Instituto), tienen buena calidad narrativa. Peeeeeero... con todos mis respetos, siempre es interesante sacar punta.
Sobre el primer punto: No existe consenso científico. Todo lo contrario, sí que lo hay. Dejar claro que el consenso científico no es un consenso de tipo democrático, y ni mucho menos hace falta unaminidad (de ser así, aún estaríamos por aprobar la Teoría de la Evolución. En el mundo científico existen jerarquías, y un autor que haya publicado más y mejor (es decir, artículos revisados y muy referenciados) tendrá más peso e importancia que la opinión de alguien que no haya trabajado mucho en el tema. Así ocurre con el famoso primo de Rajoy (no voy a atacar ese comentario, que me pareció desafortunado más que nada porque creo que ha sido malinterpretado), o con los escépticos del ozono. Ya hablamos de el Dr. Singer en el post anterior. Su opinión no debe ser muy tenida en cuenta, ya que apenas ha publicado sobre el asunto, en artículos sin revisión y con escaso impacto. La misma búsqueda en Science Direct (uno de los buscadores de artículos científicos mejores que conozco) dan bastantes resultados sobre destrucción de la capa de ozono y CFCs.
El modelo de Rowland y Molina, es sólo eso, un modelo, pero que explica satisfactoriamente la responsabilidad de los CFCs en destrucción de Ozono. Si esa reacción se da en la alta atmósfera (y me da a mi que está perfectamente demostrado que lo está), los CFCs son potenciales destructores y si son potenciales destructores, necesitan una regulación. Afortunadamente, contamos con sustitutivos, que si bien no son tan buenos como los CFCs, al menos sí lo son lo suficiente como para que la sustitución merezca la pena.
La radiación UV-B sí es un riesgo importante. Se trata de una radiación "ionizante", esto quiere decir que es capaz de ionizar, vamos, arrancar electrones de la sustancia sobre la que incide. Sobre el ADN los daños pueden ser bastante serios, siendo los UV-B un agente mutagénico. Si es mutagénico, puede ser carcinogénico. Si descubrimos que determinada sustancia es carcinogénica, como los asbestos, pues deben ser retirados para minimizar la exposición. No se trata de un veneno normal y corriente, que con tal de no sobrepasar una determinada dosis te libras de sus efectos; el ADN tiene memoria, y los daños se van acumulando hasta que acaba torciéndose algo. Por ello, la política ante mutagénicos y carcinogénicos es de prohibición, o al menos minimizar al máximo la exposición ante estos agentes.
El número de melanomas y otros cánceres de piel han aumentado considerablemente en las últimas décadas. Es cierto que no se le debe echar toda la culpa al incremento en la radiación UV-B, también ha participado los cambios en los hábitos de la población, ahora vamos más a la playa (pequeño inciso para recordaros de la necesidad de usar una protección solar adecuada). Así que resulta complicado distinguir entre el efecto de los UV-B y el efecto del cambio de comportamiento. Pero esto tampoco es excusa, porque si tenemos un potencial mutagénico, conviene evitarlo, y más si queremos aumentar nuestra exposición a él.
Pero los efectos de los UV-B no acaban en el cáncer. Esa capacidad ionizante provoca daños en estructuras, materiales, cosechas... esos daños implican pérdidas económicas, y también tenemos que proteger nuestra economía y quizás la prohibición del CFC haya permitido obtener un mayor beneficio, aunque sea a largo plazo.
En el segundo punto: "el agujero no es para tanto". La verdad, que aquí veo un par de fallos bastante gordos. Primero asegura que el agujero, es en verdad un adelgazamiento de la capa, no una desaparición del gas. Bueno, sería más bien al revés: no consiste en un adelgazamiento, porque esa capa no existe, sino de la destrucción del gas. La situación no se restituye como estaba antes de la aparición del agujero: una vez que se rompe el vórtice polar, el aire con menos ozono se mezcla con el de más ozono, y la concentración global disminuye. Puede que no sea espectacular el descenso año tras año, pero por cada 1% de ozono que se pierde, aumenta un 1% la radiación UV-B en la baja atmósfera, y recordemos el punto anterior. Si estamos vertiendo indefinidamente CFCs a la atmósfera, la concentración aumentará, por lo que cada año se perderá más ozono y los efectos pueden ser más perjudiciales.
Tercer aspecto: "sobre la evolución de la capa de ozono". El que la capa de ozono haya estado aumentando su tamaño hasta bastante después de la aprobación del tratado de Montreal, no significa que los CFCs no tengan nada que ver. Recordemos que tardan como promedio más de 10 años en llegar a la estratosfera. El tratado de Montreal se firmó en el 87, y el agujero en la capa ha ido creciendo hasta finales de los noventa. Primero porque la prohibición no ha sido inmediata, y está prevista la completa desaparición de los CFCs en la industria para 2010. Y segundo, el CFC emitido antes del tratado no había tenido tiempo de llegar a la estratosfera.
La vida media de los CFCs está entre los 75 y los 100 años (algunos más). Suponiendo una emisión constante, la concentración en la estratosfera aumentará hasta alcanzar un equilibrio a los 75-100 años, ya que entonces, se producirá tanto CFC como el que se destruye. Pero la emisión no ha sido constante, sino creciente, eso quiere decir que de no haberse estabilizado la emisión de CFC, esta crecerá durante un tiempo indefinido. El autor asegura que a partir de aproximadamente el año 2000 la extensión del agujero de la capa de ozono se ha mantenido constante. De ser así: excelente, hemos demostrado que existe relación entre el CFC y la destrucción de la capa de ozono, y sólo habrá que esperar hasta 2050 (fecha dada por algunos modelos) para que los efectos empiecen a decrecer. Pero no ha sido así, en 2006 hubo un máximo de extensión, llegándose a los 39 millones de kilómetros cuadrados. Esto demuestra que hay más cosas a tener en cuenta, y no sólo la concentración de CFCs. Lo que demuestra esto es que necesitamos más investigación, pero no deroga al tratado de Montreal.
Por cierto, cuando no suele ser especialmente útil mostrar una serie de datos, extraer conclusiones y no mostrar las técnicas estadísticas empleadas. Concretamente, los datos corresponden a la extensión del agujero.
De 1982 a 2006 el tamaño del mismo, en millones de kilómetros cuadrados, según la NASA, ha seguido esta serie: 4, 8, 10, 14, 11, 19 (aquí se aprobó el protocolo de Montreal), 10, 18, 19, 18, 22, 23, 22, 22, 22, 21, 26, 23, 24, 25, 12, 25, 19, 24, 26. Como se ve, después de aumentar notablemente durante los años 80 parece que la cosa se ha estancado desde entonces.
Y bueno, otra vez aparecen las mismas teorías de lobbys ecologistas y demás. No voy a negar que los grupos ecologistas supongan un grupo de presión importante, y que en muchas ocasiones emplean técnicas poco éticas. No me importa desmarcarme de ellos cuando su opinión no me parece acertada. Pero creo que se le está dando demasiada importancia a su influencia, y todo esto en contra de los esfuerzos de científicos serios que pretenden conocer la verdad, sea cual sea, beneficie a quien beneficie.
Añado que todo el mundo está invitado a criticar mi crítica, el autor especialmente. Más que nada porque espero que no se haya ofendido, este post lo he realizado sin la menor acritud, pero la Ciencia se construye discutiendo.