Quiero continuar las celebraciones del día del libro con un trozo de uno de los más bellos capítulos de la literatura en Español. Se trata del capítulo 7, de la Rayuela, de Cortázar.
Quien se la haya leido, ya la conocerá y seguramente compartirá conmigo el amor a Maga, y al París de los 60. Quien no, pues tiene la oportunidad de leerlo:
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si
saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta
cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca
que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida
entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por
tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu
boca que sonríe por debajo de la que mi mano te
dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada
vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de
cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los
cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan
tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los
dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume
viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar
lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la
boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si
nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible
absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola
saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una
luna en el agua.
1 comentario:
muy bueno el corte elegido ! :-)
creo que alguna vez se lo mandé a mi novia... en alguna carta de nuestros inicios :-D
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